< Salmos 68 >
1 Levántese Dios, espárzanse sus enemigos: y huyan los que le aborrecen delante de él.
2 Como es lanzado el humo, los lanzarás: como se derrite la cera delante del fuego, así perecerán los impíos delante de Dios.
3 Mas los justos se alegrarán: regocijarse han delante de Dios, y saltarán de alegría.
4 Cantád a Dios, cantád salmos a su nombre: ensalzád al que cabalga sobre los cielos en Jah su nombre: y alegráos delante de él.
5 Padre de huérfanos, y defensor de viudas, Dios en la morada de su santuario.
6 El Dios que hace habitar los solos en casa: que saca los presos en grillos; mas los rebeldes habitan en sequedad.
7 O! Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo, cuando anduviste por el desierto, (Selah)
8 La tierra tembló; también los cielos destilaron delante de Dios; aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
9 Lluvia de voluntades esparciste, o! Dios, a tu heredad; y cuando se cansó, tú la recreaste.
10 Tu compañía estaba en ella; por tu bondad acomodabas al pobre, o! Dios.
11 El Señor daba palabra: de las evangelizantes había ejército grande.
12 Reyes de ejércitos huían, huían: y la moradora de la casa partía despojos.
13 Si fuereis echados entre las ollas, seréis como las alas de la paloma cubierta de plata, y sus plumas con amarillez de oro.
14 Cuando esparcía el Omnipotente los reyes en ella; ella se emblanquecía como la nieve en Salmón.
15 El monte de Dios, el monte de Basán: monte alto el monte de Basán.
16 ¿Por qué saltasteis, o! montes altos? Este monte amó Dios para su asiento: ciertamente Jehová habitará en él para siempre.
17 Los carros de Dios dos millares de miles de ángeles: el Señor entre ellos, como en Sinaí, así en el santuario.
18 Subiste a lo alto, cautivaste cautividad, tomaste dones para los hombres: y también los rebeldes para que habiten, o! Jah Dios.
19 Bendito el Señor, cada día nos colma de mercedes, Dios nuestra salud. (Selah)
20 Dios, Dios nuestro para saludes; y el Señor Jehová tiene salidas para la muerte.
21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la mollera cabelluda de el que camina en sus pecados.
22 El Señor dijo: De Basán haré volver, haré volver de los profundos de la mar;
23 Porque tu pie se embermejecerá de sangre de sus enemigos; y la lengua de tus perros de ella.
24 Vieron tus caminos, o! Dios: los caminos de mi Dios, de mi Rey en el santuario.
25 Los cantores iban delante, detrás, los tañedores: en medio las doncellas con adufes.
26 Bendecíd a Dios en congregaciones: al Señor, los de el manadero de Israel.
27 Allí estaba Ben-jamín pequeño señoreándolos; príncipes de Judá en su congregación, príncipes de Zabulón, príncipes de Neftalí.
28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza: confirma, o! Dios, lo que has obrado en nosotros.
29 Desde tu templo en Jerusalem, a ti ofrecerán los reyes dones.
30 Destruye el escuadrón de lanza, el escuadrón de fuertes, con señores de pueblos, hollándo los con sus piezas de plata: destruye los pueblos que quieren guerras.
31 Vendrán príncipes de Egipto: Etiopía apresurará sus manos a Dios.
32 Reinos de la tierra cantád a Dios; cantád al Señor; (Selah)
33 Al que cabalga sobre los cielos de los cielos de antigüedad: he aquí, él dará con su voz, voz de fortaleza.
34 Dad fortaleza a Dios: sobre Israel es su magnificencia, y su fortaleza en las nubes.
35 Terrible eres, o! Dios, desde tus santuarios; el Dios de Israel, él da fortaleza y fuerzas al pueblo: Bendito Dios.